El 24 de agosto de 2005 a las 5:30 a.m. el movimiento por la liberación de la Raza perdió a uno de sus activistas más comprometidos y talentosos, Marco Anguiano. Un talentoso organizador, escritor, estratega político y artista, el compañero Marco perdió su lucha contra el cáncer. Tenía 52 años.
A lo largo de sus más de 30 años de activismo, el compañero Marco fue respetado como un apasionado enemigo de la opresión, un luchador por la libertad que simbolizaba la lucha del pueblo mexicano por la justicia, la paz y la liberación. Marco era un hombre de principios y un dedicado revolucionario que nunca comprometió sus ideales de lucha.
Los padres de Marco eran trabajadores agrícolas y hoteleros. Lo criaron a ambos lados de la frontera impuesta militarmente, una frontera a la que dedicó su vida a derribar. Durante su infancia y adolescencia, el compañero Marco asistió a escuelas en Tijuana, así como en el sureste de San Diego.
Mientras estudiaba en la preparatoria Marian, su oposición a la guerra en Vietnam lo metió en problemas con la administración de la escuela; lo sorprendieron trabajando en un periódico clandestino que publicaba artículos que se oponían a la guerra. Más tarde, durante la década de los 70, Marco asistió al Southwestern College en Chula Vista, donde se convirtió en un miembro destacado de MEChA (Movimiento Estudiantil Chicano de Aztlán).
A fines de los años 80, Marco vivió y trabajó en el Medio Oriente como artista gráfico. Durante ese tiempo viajó por Egipto, Arabia Saudita y otros países. Esta experiencia lo politizó aún más y pudo ver con mayor claridad el rol del imperialismo estadounidense en la región. En 1991 poco después de regresar de Medio Oriente, y como parte de una delegación que participo en el Festival de Arte Bienal, Marco viaja a Cuba. Inmediatamente se convirtió en un partidario y defensor comprometido de la Revolución Cubana.
A principios de la década de los 90, Marco fue un elemento fundamental para el trabajo del Centro Cultural de La Raza, el Comité Directivo del Parque Chicano, así como para asumir una posición de liderazgo dentro de la Raza Rights Coalition (un proyecto de Unión del Barrio). Fue en 1991 cuando Marco decidió unirse a Unión del Barrio. Se le reconoció de inmediato por sus habilidades en organización y estrategia política, y fue elegido en 1993 para integrar la Mesa Directiva de Unión del Barrio (hoy conocido como el Comité Central).
En 1995, debido a su oposición a las decisiones tomadas por la dirección de Unión del Barrio, dejó temporalmente la organización, aunque su partida no fue negativa. De manera verdaderamente basada en principios, continuó siendo parte del liderazgo de la Raza Rights Coalition y siempre demostró respeto y camaradería hacia el trabajo y la membresía de UdB.
A lo largo de la década de los 90, y hasta el momento de su muerte, el compañero Marco fue uno de los individuos más activos en el movimiento chicano-mexicano en San Diego. Participó en la organización de innumerables conferencias, festivales, marchas y protestas, todo con el objetivo de avanzar en la lucha por la liberación de la raza. Además de ser un excelente organizador, Marco fue un escritor excepcional y publicó numerosos artículos en Voz Fronteriza, ¡La Verdad!, y en muchos programas y documentos del Comité Directivo del Parque Chicano y el Centro Cultural de la Raza.
A veces, su enfoque de principios a la lucha política lo llevó a conflictos con liberales y oportunistas hispanos. El compañero Marco vivió su vida convencido de que sólo la revolución y la construcción de una sociedad socialista (donde no hay ricos ni pobres, y la riqueza de la sociedad se comparte por igual), podría traer paz y justicia a la humanidad. Marco basó su vida y sus acciones en esta creencia, incluso durante las últimas semanas que compartimos con él.
Su compromiso con la lucha y la importancia que le daba a la organización fueron ejemplificados por una solicitud que hizo a Unión del Barrio a principios de julio de 2005. Marco nos explicó que, independientemente de la dirección que tomaría su salud en los próximos meses, el deseaba ser miembro de Unión del Barrio de nuevo.
El 10 de julio de 2005, desde su cama de hospital y en presencia de su Compañera Annie Ross y algunos dirigentes de Unión del Barrio, el compañero Marco Anguiano puso su mano sobre la bandera mexicana y recitó el compromiso organizativo de Unión del Barrio, convirtiéndose así en miembro con todos los derechos de UdB:
“Ante la memoria de los luchadores por la libertad y los mártires de México, las Américas y la humanidad en general, ante la historia, coloco mi mano sobre la bandera verde, blanca y roja que significa” Patria O Muerte “, y juro defender el honor nacional, y luchar por la redención de los oprimidos y explotados en México y el mundo. Si cumplo este juramento, la libertad de México y todos los pueblos serán la recompensa. Si fracaso, la desgracia y la deshonra serán mi castigo”.
46 días más tarde, el 24 de agosto, perdimos no solo a un hijo revolucionario de la nación mexicana, sino que a un amigo de los pueblos oprimidos alrededor del mundo.
Hoy, la sede de Unión del Barrio en San Diego lleva su nombre: “Centro Aztlán Marco Anguiano”. Es muy apropiado que el trabajo comunitario de UdB en San Diego se organice en un edificio nombrado en honor a él, y a pocos pasos de su querido Parque Chicano.
Hombres y mujeres que dedican sus vidas a la lucha por la justicia, la paz y la liberación siempre serán apreciados en la memoria y el espíritu de lucha de nuestro pueblo. En palabras del general Emiliano Zapata… “¡Es mejor morir de pie, que vivir de rodillas!”
¡Compañero Marco Anguiano, Presente!